“¿Qué sienten los enfermos bipolares? Sienten más”

El escritor y periodista Aníbal C.Malvar se sumerge codo con codo con la Dra. González Isasi en el mundo de los aquejados por el trastorno bipolar refractario, caracterizado por la alternancia de euforia y depresión

S.Veiga – EC •“Pueden abandonar a su esposa, ir de prostitutas y comprarse diez coches del mismo modelo porque, simplemente, les gusta; pero en la fase depresiva, abandonan el cuidado de su aspecto, dejan sus actividades, se encuentran sin energía, sin ganas de hacer nada, tristes y sin encontrar placer a nada en la vida. De repente no van a trabajar, les ves con la misma ropa durante dos semanas, no se levantan de la cama en varios días; y no es pereza: simplemente es que no pueden”. Así describe el trastorno bipolar la Dra. Ana González Isasi, doctora en Psicología que ha desarrollado un tratamiento innovador para estos enfermos basado en la psicoeducación y la terapia cognitivo conductual. La puesta en práctica de su terapia supuso un amplio contacto con la realidad social y personal de estos enfermos que conviven con lo que ellos llaman “el bicho”; tal fue el grado de intensidad de la experiencia, que el tribunal que concedió sobresaliente cum laude a la Dra. González Isasi declaró que sería muy interesante poder conocer a los hombres y mujeres que habían participado en esa experiencia. Y para hacer ese camino, qué mejor que ir de la mano de un excelente escritor y periodista. El resultado: las diez entrevistas recogidas en Ojos que sí ven. Soy bipolar (ed. Desclée de Brouwer), título que le da la vuelta al refrán “ojos que no ven, corazón que no siente”. “Queríamos saber lo que sienten estos enfermos, no solo tratarlos como meros receptores de atención médica. ¿Y qué sienten, me preguntarás? Sienten más”, sintetiza Aníbal C. Malvar, escritor y periodista que se aventuró con la Dra. González Isasi en una intensa semana de conversaciones con sus pacientes, casa por casa, drama por drama, en un espacio temporal tan reducido “para poder sumergirnos con ellos, para impedirnos salir en algún momento a la superficie a respirar y tomar distancia”, declara el escritor. El “bicho” No es casualidad que sea esta la expresión más utilizada por los pacientes que la Dra.González Isasi ha ido tratando a lo largo de sus años de investigación. “Describen su enfermedad como un bicho, un calorcito, un aura, un estar en la luna, como tirarse por la ventana, o como el miedo a tener hijos”, explica la psicóloga. Y es que todos ellos manifiestan “un exceso de sensibilidad, que incluso se extiende a uno mismo”, declara Malvar, un sufrimiento añadido al hecho en sí de estar enfermo: “Aunque la estigmatización siempre ha sido inherente a la enfermedad mental, el propio enfermo bipolar se estigmatiza a sí mismo; se desprecia, se odia, se avergüenza de ser”, puntualiza el escritor. Este “bicho” que, según los datos ofrecidos por la Dra. González Isasi, “vive” en un 3-5% de la población, es una enfermedad crónica de carácter biológico donde hay una descompensación de las sustancias químicas del cerebro, que cursa con periodos de estabilidad y fases de euforia y de depresión, y que suelen empezar a manifestarse en torno a los 20 años. “Es muy importante detectar los síntomas previos a una fase”, señala la doctora; “los pródromos de una fase de euforia se evidencian en que la persona se implica cada vez en más actividades, está muy estimulada, inquieta, y apenas duerme, y tampoco esto le importa mucho; el prólogo a la fase depresiva consiste en ir dejando de hacer los planes habituales de la vida diaria poniendo excusas, preocupaciones excesivas, y aparece el insomnio y el despertar precoz”. Hasta ahora, a los bipolares se les ofrecía una solución farmacológica, combinada con terapias psicosociales que, según González Isasi, “no abarcaban todos los aspectos fundamentales” de este mal. La propuesta de esta doctora integra la psicoeducación, “cuyo objetivo es que la persona tenga conciencia de su enfermedad y sepa manejarla”, ayudada por la terapia cognitivo conductual “para organizar mejor las actividades diarias, mejorar las habilidades sociales y manejar los pensamientos negativos”. Los resultados: reducción de las hospitalizaciones y recaídas, mejora sustancial de la calidad de vida, del tiempo de ocio y de las relaciones sociales de los enfermos; “la persona aprende a convivir con ese terrible animal de compañía que es el trastorno bipolar”, resume González Isasi. Pero no solo el enfermo debe saber dominar a este “bicho”, sino que toda la sociedad ha de asumir este aprendizaje de respeto y comprensión: “Que alguien, en primera persona, te relate minuciosamente cómo preparó su suicidio, mirándote a los ojos, con frialdad de cirujano, te hace sentir como si un policía te estuviera enumerando las pruebas que demuestran, sin asomo de duda, que el asesino eres tú”, resume así Aníbal Malvar su experiencia a lo largo de las diez entrevistas que realizó para este libro. “Y, quizá, lo eres…”.

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