Los humanos somos seres sociales, nuestra naturaleza nos lleva a convivir con los otros y nuestra existencia es posible, en gran parte, gracias a esta convivencia. Cada uno de nosotros forma parte de ella, es una pieza del engranaje de la enorme máquina que es el mundo. Todos tenemos una función, todos somos piezas diferentes, aunque nos parezcamos nunca hay dos piezas completamente iguales. En estas diferencias está la riqueza, gracias a la variedad, cada uno tiene un papel que desempeñar en su entorno. El problema surge cuando los componentes de la sociedad, cada uno de nosotros, no entendemos ni aceptamos esas diferencias, cuando creemos que el que no es como uno mismo no debe formar parte del engranaje.
Nos encontramos con piezas que creemos que sobran y pensamos que la máquina puede funcionar igual, o incluso mejor, si apartamos esas piezas. Piezas, personas que pierden su papel y adquieren un papel nuevo basado en la marginación y personas que tienen un papel en el que se incluye la creencia de que sin esas otras todo va mejor. Creamos un lado oscuro en el que se encuentran muchos seres que pierden una parte de su identidad. Entre ellos están las personas discriminadas por sufrir algún tipo de enfermedad mental.
El 10 de Octubre se celebró el Día Mundial de la Salud Mental, el lema elegido para este año fue: “Afronta el reto, colabora con la mejora de la Salud Mental”. Es un problema de todos, no podemos olvidar que a lo largo de la vida 1 de cada 4 personas presentará algún tipo de trastorno mental.
Es cosa de todos, ya que junto a esa persona están sus familiares, sus amigos… Y todos soportan día a día el estigma y la discriminación asociados a la enfermedad mental. La discriminación es una lacra que llega a tal punto que desalienta a las personas afectadas a reconocer que tienen un problema, a solicitar ayuda y a seguir un tratamiento.
La salud mental es cosa de todos, porque en nuestras manos está la construcción de una sociedad más incluyente. Una persona con problemas de salud mental puede llegar a llevar una vida como la de las personas sin enfermedad. Puede formar una familia, tener relaciones sociales, desarrollar una profesión… Sin embargo nos encontramos que este es el colectivo con discapacidad con menor tasa de empleo, solo un 5% tiene un trabajo estable. En muchas ocasiones es el estigma la principal barrera. Es cosa de todos, porque la participación social es un derecho inherente a la condición de ciudadanos. Sin ella no tendría sentido el modelo comunitario, marco de referencia del tratamiento de las personas con trastorno mental.
La salud mental es un problema de todos, porque el fin último del tratamiento de las personas con enfermedad mental es el desarrollo máximo de sus capacidades para alcanzar una mayor autonomía y participación. Las rampas, son barreras que hacen inaccesibles algunos lugares para las personas con problemas de movilidad, los prejuicios y el estigma hacen inaccesible la integración social plena de las personas con enfermedad mental. Mientras, afortunadamente, las rampas físicas van desapareciendo, las sociales continúan y vemos que la mejora en la calidad de vida, la plena integración social se encuentra con los muros de la discriminación. Es por todo esto que queremos dejar patente nuestro deseo de participación social, de integración plena, pero para ello necesitamos que comprendas que la salud mental es cosa de todos.
Asociación Albores, 10 de Octubre de 2011